domingo, 17 de junio de 2012

Sueños rotos


Por largo tiempo estuvo sentado. Recostado en el respaldo del banco observaba en derredor sin ver nada de cuanto acontecía. Veía el cigarro consumirse entre sus dedos, inexorable, y no era lo único.
Y todo ese largo tiempo, permaneció en silencio.
Apurando una última calada, reparo. La vida está en los pequeños detalles y aquel cigarro se le antojaba una metáfora de su propia vida. Consumida y desechada. Lo inevitable se torna en pesadilla, es consciente de la realidad., su vida se acaba y es convertido en una sombra inane sin objetivos, ambiciones o metas que solo resta de ver transcurrir el tiempo entre sus dedos incapaz de asirlo, relegado al papel de mero espectador.
Algo comúnmente aceptado, es natural, parte del ser. Nada, nadie, no, nunca, únicas palabras que podrá pronunciar, prefijos y sufijos de todo aquello que anheles.
Alzó la cabeza del cigarro ya extinguido, ahogado y se fijo, por primera vez después te mucho tiempo, en el mundo. Gris, más de lo que recordaba, viejo y cansado. Edificios y calles parecían deshacerse por momentos. Asomaban manchas en las fachadas, deslucidas. Calles sucias y viscosas, como si la podredumbre que corroe a la humanidad aflorara por cada resquicio en una fina capa nauseabunda que lo cubre todo. La naturaleza, escasa, en su agónica lucha por subsistir se ve asfixiada por tentáculos vaporosos y cenicientos y zarcillos de espinas ponzoñosas que mancillan con su veneno su esplendor y su pureza.
Y sombras. Cientos de sombras vagando por doquier. Unas más rápido, otras sin rumbo aparente, viviendo una ilusión, un espejismo de realidad viciada. Espectros marchitos, pese a su desconocimiento, almas en pena.
Otro cigarro, alimento de la contaminación, la corrupción y la muerte. Y el mismo se noto ajado, mas vacio y demacrado. Ya no le restaba mucho.
Se levanto, vio a otra como él y ella le miro y sus ojos eran los suyos y un leve gesto basto, sin palabras y en silencio, como tanto tiempo llevaba, para transmitir y compartir tan pesada carga, mutua condena que les aguardaba.
Emprendió el camino. Tras él, volutas de humo se perdían en el cielo cargadas con todos sus sueños y las últimas esperanzas que le quedaban.

2 comentarios:

  1. Mi criatura mis mas sinceras felicitaciones por tal entrada. Se te echaba de menos o por lo menos yo añoraba tus palabras. Debo decir que las palabras tienen unos tintes un poco apagados, como el ocaso del día e inclusive como el ocaso de un alma que anda perdida. Hace tiempo te deje mis guías aunque espero que no te hayan hecho tanta mella y solo veas los aspectos pocos amables de una vida que a fin de cuentas es un juego, en donde nosotros,pobres ilusos jugamos con unas cartas que nos han dado.
    No puedo evitar verte como ese Prometeo, pero un Prometeo apesadumbrado por X cuestiones ( que sin dudas me gustaría compartir contigo antes de que termine el me, si deseas ^^). No se si será lo idóneo pero me gustaría regalarte un poema, si un poema. Puede que no sea el más acertado con el tema que nos has brindado, pero seguro que eres listo y puedes establecer algunos paralelismos y otros desecharlos a fin de cuentas.

    Shelley - Prometeo desencadenado-
    “Al hombre dio el lenguaje; el lenguaje creó
    el pensamiento, que es la medida del mundo;
    y la ciencia golpeó los tronos de la tierra
    y el cielo, que, agitados, no cayeron: la mente
    armoniosa se alzó en canto omniprofético:
    la música elevó el alma que escuchaba
    hasta caminar, libre de cuidado mortal,
    divina, por las claras ondas de dulces sones;
    y las manos humanas imitaron primero,
    y luego se burlaron, con modelados miembros
    más bellos que los propios, de la figura humana,
    hasta que el mármol se hizo divino: y contemplando,
    las madres el amor bebieron que los hombres
    encuentran reflejado en su raza, y perecen.
    Dijo el poder oculto de hierbas y de fuentes,
    y así la enfermedad bebió y durmió. La muerte
    como el sueño creció. Él enseñó las órbitas,
    tejidas y enredadas, de los astros errantes,
    y cómo cambia el sol de morada, y qué hechizo
    secreto hace cambiar a la pálida luna,
    cuando no mira su ancho ojo, escondida, al mar:
    él enseñó a regir, como vida en los miembros,
    los carros del Océano, con alas de tormenta,
    y el celta conoció al indio. Hubo ciudades
    entonces; por sus níveas columnas discurrieron
    tibios vientos, y el éter en el azul fulgió.
    Y se vio el mar azul y los cerros con frondas.
    Todo eso, para alivio de su destino, dio
    al hombre Prometeo; por eso está colgado,
    desgastado en destino de dolor: más ¿quién llueve
    el mal, esa incurable plaga, que, en tanto el hombre
    mira su creación como un dios, y la ve
    gloriosa, hacia adelante la impulsa, como resto
    de su propio querer, escarnio de la tierra,
    el proscrito, el dejado en soledad? No Júpiter:
    cuando aún su ceño hacía temblar al cielo, mientras
    su adversario, en cadenas férreas le maldecía,
    él temblaba, lo mismo que un esclavo. Declara
    ¿quién es su señor? Él, ¿es también un esclavo? ”

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  2. No debes procuparte mi dama. Mi oscura vision de la realidad quizas no sea tal y si un atisbo de la verdad, pero no influenciada por las obras, por otro lado exquisitas, que me brindaste la oportunidad de leer. El peso de las cadenas que a cada uno atenazan de diferente manera a veces me hace trastabillar y se cierne sobre mi, oscura, la sombra del remordimiento. Tal vez tenga como dices, ciertas similitudes con ese Prometeo. Acertado poema y agradecido regalo. Siempre es agradable leer algo talentoso. Espero poder disfrutar pronto de tu compañia y una distendia conversacion. Hasta entonces, cuidate mucho pequeña musa.

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