domingo, 9 de octubre de 2016

Tempestad

Sopla el viento. Un fuerte viento azota en el exterior, haciendo temblar las ramas de los árboles, restallando contra las ventanas y crujiendo en las esquinas.
Yo, al otro lado de esos cristales, que ahora se me antojan tan frágiles, observo entre en humo de un cigarro como entra por las rendijas que le he abierto. Quiero sentirlo, quiero que me acaricie esa brisa, quizás que me azote ese vendaval.
Dejo que recorra la estancia, que me envuelva mientras deseo que sea capaz de arrancarme los malos pensamientos y llevárselos lejos, donde quiera que vaya.
Amenaza tormenta…
Mirando en derredor, todo parece mas ajeno que de costumbre. Empiezo a mentalizarme que nada estará ahí para siempre, de una manera demasiado drástica y brutal, el desapego al mundo me golpea sin avisar. Objetos y personas se vuelven mas insustanciales, se devalúan y a mi me da igual.
Apuro otra calada mas, el tabaco no me va a matar esta noche. En el humo, si uno sabe mirar, pueden verse más formas de las que parece. En el humo que se escapa entre los labios, están los deseos más profundos que escapan al mundo tratando de hacerse realidad. Y divago…
A veces solo me dejo llevar. Unas de mano de la tristeza, otras de la locura, otras del deseo, otras…otras veces la oscuridad y el desconcierto me arrastran a mundos desconocidos para mí.
Ahora estoy en paz. Sopla el viento y rivaliza con mi tempestad. Sopla fuerte y quizás no este fuera su lugar, puedo verlo, oírlo y sentirlo, quizás…solo deba dejarlo salir.
Un suspiro se me escapa en la tempestad, como una gota de agua en el mar con su débil eco en la inmensidad.

Solo es otra noche de otoño más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario